martes, 11 de octubre de 2022

Dejad que se pierdan mis mensajes

 En la azul marea intensa: 

botellas rebosantes de letras descompuestas 

arrojadas al azar de las nimiedades.

Dejad que floten mis palabras necias.


En este oleaje confuso

de vaivenes altisonantes,

gritan piedras y erizos.

Dejad que alberguen esperanzas.


Dejad que corran los envases verdosos, 

primero vino

luego  letras.

Sembrad en el viento 

mensajes insondables sin destino.


Dejad que se vayan con la marea

esos besos dirigidos a la nada.

Quizá encuentren vocación 

para fijar en muros de agua sus quimeras.


Dejadlas  flotar 

no sea que en sus entrañas hierva

la sangre licuada de algún santo

o sus reliquias frágiles. 


Dejad que flote

Dejad que llegue

a unas manos que crean en genios

dispuestas a descifrar 

dispuestas

dis puestas


Arribad a buen puerto 

a morir como merecen:

en el olvido.

Fantasmas entrañables

 Ausentes para siempre

deambulan por mis sueños.

A veces aparecen

inesperados, tocando mis recuerdos

hablando o de siempre.

Riendo me dicen, 

allá todo es mejor

pero transparente.

Se siente la ausencia de lo rugoso 

y abruma la presencia permanente del todo.

El polvo cósmico nos roza unos  con otros.

Los encuentros son así: 

    especiales      espaciales.

La ausencia de color, sabor, olor, lastima. 

La imposibilidad de acariciar, duele.

La luz total y la oscuridad ciegan.

Lo inerte es ausencia

y lloro al advertirlo.

Al final los extraño siempre.